En mi reiterado éxodo por la rutina…
me encuentro con mi frágil sombra…extenuada,
cansada de andar por los caminos…de un nublado pasado.
Agobiado por la tristeza que ha marcado mi destino,
acontezco confundido,
con un mínimo de aliento insuficiente para seguir.
De aquel nuestro bello sentimiento…
que, aunque no mate…lastima, con disimulada crueldad,
se ha quedado en la memoria… esa casualidad inmortal.
Quien podría comprenderlo…
si no estuvieron a bordo de ese viaje sideral.
Cada instante compartido,
cada mirada perdida en el centelleo de sus ojos,
cada caricia trazada sobre mi piel erizada,
y todos los besos degustados en la dulzura de sus labios rojos.
Todos los paisajes visitados…
y las palabras melodiosas que de su boca brotaron.
Sus gestos cautivantes,
sus gemidos tentadores…
que mis delirios se alocaron.
Su manera de andar…pecaminosa y provocativa…insinuante de pasión,
y su sosegado silencio…más mágico y sedante que los ecos del mar.
Cada cosa…
cada detalle,
la persistencia de su fragancia…
y hasta la armonía de su voz,
el más mínimo recuerdo,
todo confabulado y deslumbrado,
no me permiten olvidar.