Me quedo con su verso, atormentado;
pensando me imagino, ese momento,
que sube hasta las nubes el aliento,
de un beso que me deja embelesado.
Y el lecho yo percibo perfumado
con pétalos que fluyen sentimiento;
sus pétalos, que suavemente siento,
así como me siento enamorado.
Y qué hago, diga usted, mi bella perla,
si siento este calvario que me ahoga;
pensar que en la distancia no he de verla,
pensar que, en soledad, mi voz dialoga,
queriendo yo en mis brazos retenerla
y el alma nunca, nunca… ¡desahoga!