Amaneció muerta la flor
ahí estaba desmadejada
con la palidez del tierno sol.
Luz que va muriendo tras la montaña
silencio en la copa del árbol
y en la garganta del gallo,
el perro se tragó su ladrido,
la hojarasca no hace ruido,
raro escuchar el violín del grillo.
Amaneció muerta la flor
se mira como princesa
en su verde almohada
tal si estuviese desmayada.
Sufriendo está la inspiración,
la pluma del poeta está guardada
se murió la flor...
que tanto lo inspiraba.
Dr. Salvador Santoyo Sánchez
15/01/2025