El salmista afina el arpa
y el corazón juntamente
y es su canto penitente
que viene de sus entrañas
poniendo en calma la mente
con el llanto que resbala,
limpiando penas del alma
que restaura nuevamente.
Siente su alma más ligera
que vuela como paloma
hacia cumbres, donde espera
el amor que lo perdona
y con su luz lo libera
de los males que acongojan.
W.M