Decayó el aura de tu esencia,
rosa feraz empoderada,
declinó el tacto de tus hojas
en hojuelas silentes convertidas;
decayó el encanto de tu embrujo,
rosa fecunda y poderosa,
declinó tu presencia suntuosa
en mísera máscara sin lujo.
Decayó tu perfume mareante,
rosa ubérima y graciosa,
declinó tu mirada prodigiosa
en fatal ceguera lacerante;
decayó tu orgullo sempiterno
vencido por el tiempo y su bandera...
pero no es deshonor, rosa marchita,
perder en el humilde invierno
la altivez que te dio la primavera.
JOSE ANTONIO GARCIA CALVO