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ME ACOSTUMBRO

Me pregunto por ese tiempo de vivir acorralado

por mis miedos y dudas heredadas

por ejemplo, si debí de abandonar aquel apego

o si fue preciso huir de aquel lugar de estalagmitas

donde mi individuo subyacente exiliaba sus conjuros

cuando las sombras vibrantes de infinitas cuerdas

resonaban en el paladar de la boca abierta en vida.

Debo conceder que el sentido de lo intenso

extravía la magia del polen en sus heridas

la corona y su gesta en las llegadas

y saquea la fanfarria de sus partidas

rotulando la memoria perforada

con el nombre de recuerdos encajados

como simples coincidencias azarosas

apenas enhebradas en garabatos de opalina

haciendo opaco el devenir supuesto

satisfecho con algunos haces de la rampa

desde donde enviamos nuestros desafíos

a los destinos constelados de energía.

 

Sin embargo, me acostumbro.

Me acostumbro a los pies del indeciso

a postergar lo que no asienta.

Voy a detenerme en el suspiro de quererme

a las voces de lo diverso y confuso

al sabor indescifrable de la espera

y al temblor de amarse en lo finito.

Voy a pedir el apoyo que sabiamente ignoré

y su inmensa paciencia atesorada

para que pueda renacerme acostumbrado

cada vez que me sienta diferente.