Sal a la calle,
pero no olvides la poesía en tu buró.
Déjala allí,
como un pájaro dormido
que espera el alba.
Lleva contigo el sol,
la risa de las aceras,
las miradas sin nombre
que cruzan en silencio.
Deja que la vida
te escriba versos nuevos
en los bolsillos,
y cuando regreses,
abre el libro otra vez.
El papel sabrá
que estuviste viviendo.