Para el día de hoy se servirá
una vez más, puré sin carne,
materia neutra, ecuánime y prosaica,
almidón de amanecida, úlcera de caverna.
Las sustancias de la monotonía
tienen su cóctel en el esófago,
pasan así lentamente por la tráquea
hasta una especie de lengua,
un ingrediente vacuo,
cultivado como siembra digestiva.
Piensa en lo artificial de sus sabores,
un kilogramo tras otro de puré sin carne,
no hecho de tubérculo alguno,
sino que de magia saturada.
Recuerda su preparación
y sírvetelo frío, sin ánimo de exotismo.
Ubícate, en lo posible, frente a tu plato,
en una mesa que traduzca a viva voz
la miseria de tus entrañas,
en tu restorán más cercano,
y ruge ante la multitud aburguesada
como si trajeran ellos mismos
el plato de fondo.