Tendremos acaso otro pensamiento (que aquel que divaga tu ausencia y la mía)
al llegar a casa con la corazonada
de no tener el jardín con los huertos
que he soñado para ti.
Porque en el patio sigue encendida la luz
que no ha dibujado tu sombra
aún despejada la cuerda
donde no reposan tus calzones
sigo cocinando para dos
e inevitablemente engordando.
Ya cansado con los pies hinchados sobre el sofá, sueño con tus delicadas manos masajeando mis cayos, Mientras leo \"el ángel que nos mira\" de Thomas Wolf.