Milber Fuentes

Susurros del tiempo detenido: La dilaciĆ³n del ser

 En los momentos más sombríos,

cuando cada rincón de nuestra existencia se ve desbordado,

nos es grato pensar que el universo se pliega a nuestro deseo,

como un reloj que ajusta sus engranajes a nuestra voluntad.

Pretendemos, entonces, rendirnos a la espera,

confiando en que lo divino resolverá lo que la mano humana no osa tocar,

y, sin embargo, blasfemamos,

cuando los resultados no alcanzan la perfección que imaginamos.

Es difícil vivir,

cuando estamos atados a la obligación,

y la vida se convierte en un suspiro aplazado,

como un eco que se diluye antes de alcanzar su forma.

Quizás, en la eternidad de esta espera,

todo se resuelva por sí solo,

o tal vez, nunca sepamos si lo que ansiamos fue real.