Aprovecharse del fin de semana, comenzar una nueva aventura en busca de otra persona que pueda entender sin lugar a dudas. Buscar otra mirada, un faro que no mienta. Algo distinto, menos incierto, menos fuego y más raíz.
La tarea de olvidar unas manos que fueron refugio y condena a la vez. Como brújula y tormenta, caminos que nunca terminan bien. Una lucha constante entre lo que parece correcto y lo que resulta ser destructivo, echar de menos unos ojos, que sabían ser portal y a la vez la única luz en el caos.
Empezar un viaje sin sombra, sin el eco de pasos a la espalda. Abrirse, en busca de otro cielo, vaciando el pecho, hasta dar con otro cuerpo. ¿Nos gustarán más otros besos?...
Quitarse, porque no convenía como todo lo inevitable...