🇳🇮Samuel Dixon🇳🇮

Diario de un desconocido

 

 

DIARIO DE UN DESCONOCIDO 

Mi maestra, la vida, me ha mostrado de todo:
de la escuela inconsciente, del camino y el lodo,
de la rima y el verso, de estaciones latentes,
y la fe, inquebrantable, que nos hace valientes.
Mi maestra, la vida, me ha forjado de bases:
a través de experiencias y millones de clases,
a través de prisiones que aumentaron el sueño,
que yo tuve algún día, siendo todo un pequeño.
Pero de eso he aprendido, que no hay nada imposible,
mientras haya certeza con pasión increíble.

Mi maestra, la vida, me ha llenado de amigos
y de muchos altruistas que son más que testigos.
Cuando escribo de amigos, me refiero a los pocos,
que la gente señala, «la manada de locos»;
esos locos que apuntan con visión de futuro
y tallando palabras son bombilla en lo oscuro.
Esos locos tan cuerdos que dijeron un día:
«en ti corre la sangre de la gran poesía».

Yo recuerdo a una anciana que entre muchos, me dijo:
«mientras sigas luchando, no hay temor ni acertijo,
porque soy la evidencia de la prueba que irrita
y de mucha mentira que en la boca se excita.
Yo he vivido la excusa, la tristeza y el miedo,
sin embargo, acá sigo, repitiendo, yo puedo.
No te quejes del llanto, que es normal en la lucha,
porque sé con firmeza que el Señor nos escucha.
Hasta un día, no tarde, vivirás la experiencia
y sabrás de inmediato la maldad de la ciencia,
porque el hombre es hambriento, tiene sed imparable;
siempre da una evasiva cuando no hay ni un culpable.
Por lo tanto, en el diario, que imagino que tienes,
pon en boca de todos, la razón de mis sienes,
y en el mundo que espera saludar tus diatribas;
lo que vivas y sueñes, eso nunca lo escribas,
ya que existen detalles que merecen ser propios
y no niego, muchacho, que te ven telescopios.
Cuida siempre tu imagen, no des tregua a la altura,
sé varón sabio y recto con pasión y cultura».
Y tocando mis hombros, me besó la mejilla,
y recuerda me dijo: «la humildad siempre brilla».

Y abrazándola dije: le prometo señora
que seré quien escriba sus palabras de ahora,
y diré, entusiasmado, cuan hermosa es su dicha,
porque grande es la puerta cuando pules la ficha.
Todo tiene un concepto, todo parte de nada,
verbigracia, el camino, tras la boca cerrada.
Seguiré con el arte que entretejo constante,
pues la vida es escuela, siendo el hombre estudiante.

Mi maestra, la vida, va dictando mis versos
y alimenta mi boca con Proverbios dispersos.
Mi maestra de alianza, mi futura bandera
es la voz de la anciana tan loable y guerrera
que, a través del silencio profundiza el marasmo
dando vida a la idea con amor y entusiasmo.

Mi maestra, la vida, como un fénix, salvaje,
al avión de los sueños le mostró mi equipaje,
protegiendo aquel diario que le hablé a aquella anciana;
por lo visto, la mente, siempre busca un mañana
a sabiendas que el alma reproduce lo humano
cuando el cuerpo es alcurnia del hogar artesano
y la voz, la trinchera, cual barraca suprema
que, con versos compone la unidad del poema.

Mi maestra, la vida, me da clases de historia,
repitiendo constante, que es Jesús, la victoria.

                             Samuel Dixon