Con la muerte resuena un canto
de tristeza, de hondo lamento,
en el silencio de un quebranto
apagado del sentimiento.
Los ramos caen sobre el suelo,
sus flores ya se han deslucido;
el aire emana un frío duelo
de un paso vital recorrido.
La memoria trae un gemido,
momento que vive flotando
en un frágil pálpito, nido
de un vacío que va llorando.
El cuerpo amigo ya se haya ido,
su vivencia sigue latente;
en este mi sueño vivido
su fuego anima mi presente.