En la penumbra…
En la penumbra
de un mundo freudiano,
mis sueños se deslizan
como serpientes de cristal,
danzando en un vals de susurros.
La niebla, cómplice silente,
envuelve cada rincón de mi ser,
desdibujando las fronteras del tiempo,
creando a la vez
un laberinto de espejos,
donde el amor se convierte
en un secreto prohibido.
Allí,
en un tálamo de pétalos de azahar,
el deseo lúbrico,
embriaga la mente.
La pasión se desata,
convirtiendo lo soñado
en un torrente
de sensaciones indomables.
Cada instante se disuelve
en un suspiro de eternidad,
donde el amor
no es solo un eco lejano,
sino una llama viva
que devora el alma,
y transforma el deseo
en una danza interminable.