No sé cómo…
pero logré encontrarme…
Era yo, en mi versión más pequeña e inocente…
Jugando con unos soldaditos y portando un overol de mezclilla,
de un tono azulado, como un pedazo de cielo, llorón quizás…
Ni bien le miré, me miró,
parpadeó tres veces,
y me sonrió cuatro veces…
—¿Quién eres? —pregunté.
—No lo sé… —murmuré en voz baja.
—¿Cómo te llamas?
—Jo… ehh… Marco… ¿y tú?
—Josué, ¡mucho gusto!
(Mis hoyuelos, tan inconfundibles,
viéndolos en mejillas de algodón)
—Espera… ¿mamá no te enseñó a hablar con desconocidos?
—Sí… pero no pareces malo…
—Eso no me quita lo desconocido…
—Lo sé… pero me tranquiliza, me previene…
—¿Mmm… por qué tienes los párpados caídos?
—Golpes de la vida…
—¿Mmm… por qué la mirada apagada?
—Soy serio…
—No… yo creo que eres bueno,
y pretendes parecer malo,
solo por no mostrarte vulnerable…
—\"Cotorro\" desde pequeño…
—¿Cómo?
—Olvídalo…
—Escucha, en tus manos está tu futuro. No dejes que nadie apague tu sonrisa, ni te amargues por decisiones fuera de tu voluntad… pues tu vida será muy, muy difícil, pero sé fuerte, ¿quieres?
—¿Por qué me dices esto?
—No tengo mucho tiempo, pues debo volver a mí mismo… Pero hagas lo que hagas, no abandones tus…
—Hijo, Josué, ven a comer… (Mamá)
—Es mamá, debo irme.
—Yo también.
—Me alegro de hablar contigo. Te volveré a ver…
—Lo dudo, pero recuerda: sé fuerte y confía en ti mismo…
—¿Ok? Jajaja, eres raro.
—Lo serás tú también…
—¿Qué?
—Ve, mamá te llama.
—Ok, ok, ok. Adiós.
—Adiós… \"Josué\"…
Ignoré todo lo que me dijeron sobre hablar conmigo mismo. Da igual, al final nunca hago caso… jajaja…
Ay, Josué, si supieras por todo lo que pasarás…
Derechos Reservados en Proceso.