Alberto Escobar

De eso...

 

 

 

Se trata de vivir
—sé que es recurrente,
hablar de vivir es fácil,
todos vivimos, unos más
que otros, pero sí, es fácil
hablar de lo que hacemos
al escribir, por ejemplo, 
que antes de escribir vivimos—.
Vivir no es no sufrir, no es
no entristecerse porque 
lo que está de moda es reír,
mostrarse feliz no importando
que no se sea, sino sufrir
si toca sufrir, meterse en él
si lo que corre es el sufrimiento,
llorar la muerte de un ser querido
si ese ser querido viaja a otra tierra,
a otra latitud incógnita, limbótica,
etérea, y disfrutar llorando, meterse
dentro de las lágrimas y llorar fuerte,
con sentimiento, con sentido, pensando
que si vivimos la amargura amargándonos
de verdad también sentiremos de verdad
el azúcar cuando tengamos azúcar
en los labios y nos visite de pleno, y reír
grande, con la agallas, cuando toque reír, 
porque si no se sabe llorar no se sabe reír,
y lo importante no es lo que se muestra
sino lo que se oculta dentro, en la víscera,
y lo que se muestra debería ser un medio, no un fin. 
De eso se trata, y tampoco 
de hacer poesía mostrando apariencia
de poesía.
La Poesía con mayúsculas, creo, 
está en la materia de la palabra,
no en la forma, y en lo que juntas,
en concierto, forman, suenan, ritman,
no, eso solo son convenciones 
de aquellos que se encargan de elevar
las convenciones a la palestra
para que los borregos las sigan, no.
La Poesía es una expresión de la vida,
una manera de contarla, y por ello
participa de su misma materia, tejido,
y los corsés, los lechos de Procusto, 
son transgresiones de la vida, 
de la naturaleza que nos consiste, 
del transcurso silencioso, imperceptible,
que la vida tiene como lo tiene el día,
cada día que transcurre pasando, sí,
en silencio, sin decir aquí estoy yo,
sacando pecho, no, sino sin alzar la voz,
y toda convención es una forma 
de poder, de alzar la voz, de violentar
lo que no es violento, como es la vida. 
Sí, de eso se trata...