Dentro de tu reflejo.
En un juego de espejos, el amor se despliega,
un reflejo de lo eterno en el instante fugaz.
El parpadeo de tus ojos en el reflejo,
logra sacudir la eternidad.
Nos amamos como sombras, como espejos rotos,
bajo la luna inalcanzable que alumbra el mundo.
El año nuevo se asoma, creando nuevos reflejos,
pero no trae novedad,
pues cada segundo es el mismo, y el mismo es cada amor.
Es un ciclo,
un laberinto sin puertas ni salidas,
donde el tiempo se diluye y se olvida el ayer.
Los problemas son solo un eco,
son símbolos vacíos,
y aún así, nos amamos como quien navega en la niebla,
como quien busca la orilla, aunque sabe que nunca llega,
de noche a noche, entre faro y faro,
porque el amor es la niebla misma,
y el año nuevo, otro reflejo de su misterio.
Se avanza hacia lo que no puede ser alcanzado,
pero seguimos, ciegos y esperanzados,
pues al final, en el amor y el tiempo todas las rutas se cruzan,
se bifurcan en el mismo lugar:
en el olvido de lo que fue,
en la memoria de lo que nunca será,
y en la esperanza de hundirme toda la vida en el mar de penumbra en tus ojos.