El río de mi ciudad,
que es una ciudad con río,
caminaba rumoroso
una tarde de verano
saludando presumido
a los chopos misteriosos
que charlaban animosos
en la vereda angostada
del atravesado río.
Ningún árbol escuchó
la petulancia del río.
El río de mi ciudad
que es una ciudad con río,
cuando descorre sus garras
el apabullante estío,
pierde el auge que la lluvia
le regaló en el invierno,
y recorre sin escudo
la veredilla de chopos
gritando como grita un mudo.
JOSE ANTONIO GARCIA CALVO