Anonimato
En casa,
enclaustrado entre las sombras
de estos cuatro interminables días,
la espesa niebla,
parece vestir a los pasantes
de un gris anodino
devorando su identidad.
Mientras más se van alejando de mi ventana,
sus rostros se convierten
en ecos de una masa amorfa.
Mi fantasía toma vuelo,
y me lanzo a la calle para sumergirme
en un anonimato que me permita
identificarme con la masa;
allí,
donde se disfruta
de impunidad colectiva.
Impunidad…
donde por blasfemar
no hace falta confesarse.