Abro mis heridas como una puerta sin pomo,
El arroyo carmesí fluye bajo mi piel como una paleta de ahogos.
Una forma cruda y cruel de sentir dolor,
La única manera de saber que estoy viva,que ya no hay amor.
A la par que ríos de cristales recorren mis mejillas,
Mientras me pregunto si debería atentar contra mi vida.
Todos juzgan desde su pozo de inquinas,
Sin saber la flor marchita que hay bajo mis heridas.
Sintiéndome tanta viva por sentir,
Sintiéndome tan muerta por sufrir.
Una repetición cruel que se forma en un óvalo trivial,
Sangrando,con el brazo abierto hasta que mi memoria el viento pueda olvidar.