Le tengo miedo a esa mujer,
esa que te manda al diablo y te ruboriza con la misma sonrisa,
esa que puede amar de manera feroz y pasional pero oculta su ira,
a esa mujer le tengo miedo.
Le temo a la mujer que es como las olas del mar,
si no te mueves con ella te deja atrás,
a ella no la detiene nadie, no quieras intentarlo
porque de seguro la perderás.
Le temo a la mujer segura de si misma,
que llora en privado, pero con una palabra puede
armar la guerra o declarar la paz, que no se necesita ni firma ni permiso
pero por amor y cariño te lo pedirá.
Le temo a esa clase de mujer,
porque cuando aman lo hacen de manera tan loca y despiadada
que te asesina y te abraza, se vuelve tu tormenta y tu calma,
te roba besos y regala miradas que son como balas.
Le temo a esa hermosa clase de mujer que te quita la cordura,
la que te hace preguntarte si estas despierto o soñando,
la que cuando llega te mueve el piso,
te tapa los ojos, te lleva de la mano y en medio de la confusión te hace seguir confiando.
Le temo a esa mujer, a esa que no terminas de conocer,
esa mujer que te hace soñar despierto,
esa mujer que te escucha como si fueras la mejor melodía
esa hermosa dama que baila con única sinfonía.
Para una persona que está acostumbrada,
a la fragancia embriagante de lo ordinario,
es algo fuera de lo normal para el ser humano
una mujer que sea así.
Ella me provoca morir de formas hermosas,
vivir de manera tortuosa,
amar lo desconocido y preguntarme todo lo certero,
me tiene tan locamente enamorado,
yo la amo, la amo, la amo.
Esa mujer me tiene tan embelesado,
le tengo miedo a esa mujer,
porque llegó a mi mundo de manera tan abrupta,
que no podrán tacharme de loco
pero juro solemnemente que no me arrepiento de enloquecer.