ENVEJECER
Lentamente (y, a veces, no tanto),
se acorta la vida en penoso quebranto.
Nuestros pasos, más cautos, torpes y lerdos,
se arrastran, tropiezan, cansados de tantos recuerdos.
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Y uno transforma a la desvencijada memoria,
desechando los recuerdos que fueron escoria,
dejando los más amados, de antiguas glorias,
que dejaron su huella ¡en grandiosas historias!
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Y perdemos de vista eso de \"estar a la moda\",
vistiendo todo aquello que, ahora, nos incomoda;
ya no importa, con las sandalias, ponernos medias,
prefiriendo nuestra comodidad, sobre la tonta comedia.
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Aun así, algunos, con pertinaz elegancia
mantienen, ansiosos, su natural prestancia,
vistiéndose, con todo el caudal de abundancia
que lograron acumular, desde allá, en la distancia.
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A pesar de todo, ahora, otra cosa es lo que nos importa:
estar sanos, poder comprender hasta dónde el cuerpo soporta;
mantener las amistades, el mejor valor que más nos aporta,
e intentar ser felices en años que quedan, ¡y que reconfortan!
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De a poco, yo veo cómo parten amigos y compañeros...
entiendo que envejecer es ver cómo, de a poco, me muero;
ahora ya no me importa obtener posesiones, ni gloria o dinero;
mi prioridad es intentar ser feliz en el difícil juego, de este damero.
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Entonces, quiero hacer, ahora, todo lo que no hice cuando podía...
y lamento al darme cuenta que, ciertas cosas, ¡ya son tonterías!;
así que yo me consuelo haciendo lo que puedo hacer, en cada día,
con las pocas fuerzas y el mucho entusiasmo ¡que me da alegría!
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Y me propongo agradecer por los hechos que me hicieron nacer,
por la vida grandiosa que me fue dada y que me ha hecho crecer
como humano que soy, por mis amigos que me hicieron entender
el valor de la Amistad y que \"vivir y envejecer bien\" ¡es todo un deber!
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Eduardo Faucheux
20-01-2025