La había recogido,
sin saber muy bien el porqué,
era tan pequeña como mi dedo de niño,
amarilla era, ingenuo soy,
desprendidos ambos del fío suelo,
soñador soy,
llevaba aquella flor,
como canto de una ilusión,
hoy sé que a los ausentes,
hay que esperarlos, si se puede,
si nos queda tiempo,
de lo contrario,
hay que decirles adiós…
Con algún cariño me veo,
de la mano de aquel dorado botón,
haciendo girar su tallo entre mis dedos,
mostrando una sonrisa hoy desconocida,
procurando consérvala con vida,
pequeña flor sensacional,
de un pequeño pasado ficcional.