Por ese ayer, la esperanza reverdece
donde tu sombra en mi vida crece
es ella tu vivo y ferviente reflejo
brilla en sus ojos tu luz y tu invierno.
Tiene tus labios tus dulces sonrisas,
como el rocío que besa las flores
su dulzura recorre caminos callados
como los latidos jamás olvidados.
Día y noche me diste tu querer,
el fugaz destino hizo el alma ceder,
queda el recuerdo que roza y quema
como una fogata que tortura mi pena.
El irresistible eco de tu dulce voz
es el canto que calma mi frío feroz
mi corazón y mi alma guardan las gemas,
de tus caricias dóciles y diáfanas.
Cómo borrar lo que aún me abraza,
si en cada rincón tus huellas quedan,
si eres el otoño y ella mi primavera
Madre eres mi agostina esperanza.