Elias Castellano Blanco

LA PENA DE BOABDIL

 

Boabdil en su montura

y sin volver la mirada,

va derrochando amargura

por su joya, ¡por Granada!

Y el moro soltó un suspiro

al dejar su Alhambra amada.

En su derrota no hay giro.

Llorar, no vale de nada.

 

¡Granada, niña perdida

en los albores dorados!

No te sientas desvalida

durmiendo el moro a tu lado,

que seis siglos ha llorado

y le faltan ya pañuelos

al mirar desconsolado

la puerta de siete suelos.

Puerta que cruzara un día,

vencido ya y despojado,

para dejar su alegría

en el palacio encantado.

 

Pero en las noches de luna

Boabdil torna a esa puerta,

y su plegaria moruna

mantiene su alma despierta.