I
Serán nimiedades que se me ocurren,
mientras él me contaba,
sin presiones ni afanes,
que al final no decidió acabar con todo,
y aquí estaba respondiéndome por enésima vez,
un mensaje para saber de mi,
en el que yo le agradecía por no hacerlo,
entre chiste y chanza la verdad se asoma
en nuestras conversaciones de milenials.
II
Él no tiene porque darme explicaciones de nada y,
aún así espero que él se recupere por partes
y me quiera volver a ver,
que es lo más patético que he esperado,
y no basta con eso,
me atrevo a insinuarle una invitación por la tarde,
que quien sabe como terminará después.
III
Cada noche sempiterna y de sosiego,
se me vuelven lúcidos los recuerdos
\"con la nitidez perversa de la nostalgia\"
como lo escribió Gabo muy acertadamente,
Cito esa frase,
con la intensidad que la merece,
porque confieso que la he vivido
con más fuerza ahora que nunca antes.
Cada caricia y beso desprovisto de mi confianza,
cada uno tan huérfano como él,
tan cínico y tierno,
cómo la peculiaridad de su ser grande y travieso;
y todo aquello,
quedó encriptado en la memoria entrañable de mi piel.
IV
Cada letra que suena súbitamente,
junto a esa melodía cursi,
vienes tú,
con tus cabellos locos y ojos pícaros,
tus manos inquietas,
buscando como infante mi rostro y mis manos,
sin controlar las pocas neuronas cuerdas,
y dar rienda suelta a las hormonas reprimidas,
que intentan mantener la compostura femenina.
V
Tal vez fue desesperado e impulsivo,
culpemos a la pandemia,
con la pena de haber puesto otro pie,
en ese limítrofe amistoso en el que disimulamos,
pero yo te ayudaría a corregir esos detalles sin aclarar,
con otros que mejorarán las impresiones de amor de aquella vez.
VI
No fuiste el único que tamizó la soledad eterna
con un encuentro furtivo e inventado,
lleno de incertidumbre,
de sorpresas cariñosas y música mundana.
No te lo confesé antes porque pensé,
que al rendirme ante tus intenciones y atenciones,
iba a ser suficiente para
demostrarte que no eras el único que se sentía atraído,
al punto de consumar la tensión de hace unos meses atrás.
Parecía que un solo baile,
me entregaras tu vida,
hablando bajito,
Y lo dijo Morat, unos años después
en alguna de sus letras que escucho ahora.
VII
Lo que me asusta de ti,
precisamente es que despiertas eso archivado
en la última gaveta de mis ilusiones,
y que contienen despojos del enamoramiento,
con flores y jardines de colores que se marchitan con el amanecer.
Aunque no fuera en serio,
sería como un refuerzo de la amistad,
o la despedida de la misma,
jugábamos con lo prohibido,
y con tanta confianza
que explorábamos lo abstracto, lo sorpresivo,
lo reservado para unos desconocidos amados del futuro.
VIII
Esto podría ser fácilmente,
una declaración de arrendamiento de mi corazón por unos meses,
mientras yo hago el inútil esfuerzo de que no sufra.
Ahí verás si lo quieres tomar o dejar,
yo te cobro de otras formas que no impliquen detalles,
sino momentos.
Y a veces te dejaré usar mis labios,
para que no acumules deudas internas,
y puedas allí descargar una a una, tus tensiones.
Y mis manos,
cuando los amigos no sean suficientes y te sientas muy solo,
de pronto allí te sientas acobijado.
XIV
Para que saber de ti,
cuando te contesto es porque quiero librarme de ti,
más rápido que lento,
te contesto porque eres el que me atrae,
y no el que Dios quiere para mi.
Te contesto porque te prefiero lejos que cerca.
Pero, ¿sabes?
Solo a menudo te quiero cerca cuanto estás tan lejos.
Pero saber de ti, o saber de mi,
no hace la diferencia al final.