No sé si es frío de verano,
o aire cálido de invierno;
parece ser un ventoso otoño escondido,
pero con flores a orillas del río.
No sé si acaso la tormenta pasó,
o aún dejó nubes oscuras,
esperando a hacer resonar las gotas
sobre el pavimento del alma.
No sé si el viento se escapó,
o fue simplemente una brisa la que sopló,
suave, como el suspiro de una boca,
pero más relajante que eso y más acogedor.
No sé si las luces se apagaron,
o si los rayos del Sol siguen,
siguen estando allí, haciendo aclarar el mañana,
con su notable y blanquecina claridad.
No sé si son las estrellas las que guían nuestros pasos,
o es el faro oxidado al lado del mar
que nos da los pasos a seguir.
Es un carril largo y de mucho esfuerzo.
No sé si es la Luna que vislumbra,
o es el cansancio de la noche
que se refleja en el espacio del tenue alrededor,
que da paso a querer tomar un descanso.
No sé si es el agua que fluye,
o es la corriente que a veces choca entre las rocas;
solo sé de su largo recorrido
y de las pequeñas cascadas que forma.