Iago A.

Las dudas y el mañana

No sé si es frío de verano,

o aire cálido de invierno;

parece ser un ventoso otoño escondido,

pero con flores a orillas del río.

 

No sé si acaso la tormenta pasó,

o aún dejó nubes oscuras,

esperando a hacer resonar las gotas

sobre el pavimento del alma.

 

No sé si el viento se escapó,

o fue simplemente una brisa la que sopló,

suave, como el suspiro de una boca,

pero más relajante que eso y más acogedor.

 

No sé si las luces se apagaron,

o si los rayos del Sol siguen,

siguen estando allí, haciendo aclarar el mañana,

con su notable y blanquecina claridad.

 

No sé si son las estrellas las que guían nuestros pasos,

o es el faro oxidado al lado del mar

que nos da los pasos a seguir.

Es un carril largo y de mucho esfuerzo. 

 

No sé si es la Luna que vislumbra,

o es el cansancio de la noche

que se refleja en el espacio del tenue alrededor,

que da paso a querer tomar un descanso.

 

No sé si es el agua que fluye,

o es la corriente que a veces choca entre las rocas;

solo sé de su largo recorrido

y de las pequeñas cascadas que forma.