No lo niego, pienso en ti, me lo permito
después de tanta trascendencia, pienso en tu cuerpo,
en tu parte más sagrada, sin mucha novedad,
pienso en la cualidad que te hace mujer, sí,
pensar con simplicidad me pone inquieto,
pienso en la mitad del higo que el día maduró
y está en su punto, y el decaimiento de mi cordura
rueda por los barrancos, y es ahora que me cuestiono,
con mayor fluidez, ¿es perversión o es demencia?,
que por la noche me escabullo en mi conciencia,
desviando mi exceso, y hasta pienso en el soso
que sabe apreciar el derroche,
en el mentecato con perversión, en el que tiene libertad
y yo tengo sólo negaciones, por honorabilidad.