Contigo empecé a vivir,
contigo tuve mis mejores bailes,
la de los pies izquierdos
que supiste poner derechos.
No dejé que mi vida se enfriara;
le diste calor
de muchas formas.
Nuestro silencio es un maestro,
pero si le damos la mano,
implica detenerse,
y no quiero hacerlo.
El silencio habla
y te obliga a ver cosas que no quieres ver.
Te da la mano para que te apoyes,
y en momentos, te enseña a cuidarte a ti misma.
Tu silencio fue un regalo.
Sé que es a tu tiempo, a tu ritmo,
pero te recuerdo que hoy me muero de ganas,
pero mañana no sé.
Contigo seré la más valiente,
porque cuando te diga adiós,
lo haré con tanto amor.
No he encontrado otra forma de
explicarme qué es el amor,
más que escribiendo sobre ti.