En tiempos de voces divididas,
cuando el eco del mundo se desgarra
y las almas, como aguas detenidas
no encuentran un cauce que las amarra.
La música clásica nos llama al centro
donde el caos se rinde a la armonía
y cada nota abre un suave encuentro
que disuelve la grieta y la agonía.
Es en el violín, en el piano eterno
donde el alma recuerda su unidad
un puente que cruza el frío invierno
hacia el cálido abrazo de la verdad.
Necesitamos más que nunca su arte
su idioma que ignora las divisiones
pues en su pureza logra tocarte
y sanar del mundo sus tensiones.
Que el compás sea la paz que nos envuelve
y el acorde el abrazo que redime
que la música clásica nos absuelve
del rencor que el corazón reprime.
ElidethAbreu
Enero/22/2025©
Hoy más que nunca, la música clásica resuena como un eco atemporal en el alma de quienes saben escucharla.
Sus melodías, tejidas con la delicadeza de siglos de historia, nos envuelven en una atmósfera donde el tiempo se diluye y las emociones encuentran su cauce.
Cada nota es un reflejo del pasado que, lejos de desvanecerse, renace con fuerza en un mundo ávido de belleza y profundidad.
En la agitación de nuestros días, la música clásica nos ofrece un refugio, un espacio donde el espíritu se aquieta y la sensibilidad florece.