Como si las manos fuesen aptas para atrapar el mar,
las extiendo libremente,
intentando establecer una extensión de los sueños,
en el oleaje cóncavo que besa el cielo.,
Una gaviota corrige la intromisión del tiempo y del espacio,
apresándome en la ilusión de eternidad que provoca su vuelo,
la fuerza sublime de sus alas transformando el aire en destino,
donde cada batir es una conquista,
que convierte en anhelo la mirada.
Surgen las olas que imitan las sedas,
durmiendo en arenas que refrescan los cuerpos,
torsos descubiertos, espaldas liberadas,
pasiones empinadas sobre los riscos,
pálidos pies que se excitan con la textura,
tardes de matices que paralizan el aliento,
ocres y grises que languidecen sobre el viento.