Dulce mujer de la ventana. Al igual que tú nombre, tú apariencia abandona mi mente al momento de romper aquel lazo Onírico que nos conecta.
Te adentraste por el ventanal con tu disfraz de cordero, mientras que tus instintos lobeznos buscaban el almuerzo .
Yo sabía que buscabas hacerme daño, pero esa atención que me proporcionabas no la iba a encontrar en otro lado.
Eras amable, graciosa y sabías perdonar, o al menos eso era parte de aquel disfraz.
Eras agresiva, imprudente y te enojabas con facilidad y aún así, intrigado, yo me quise quedar.
La barrera que aleja lo real de lo irreal nos separa nuevamente, pero en mi, quedó el recuerdo de aquella aventura que creó mi mente.