Las sábanas están vacías,
como un suspiro que se olvida en el aire.
El colchón, ahora solo un peso,
ya no recibe mis noches en calma.
Te busco en la quietud,
en el murmullo de una casa callada,
y cada rincón se vuelve sombra,
sin promesas ni huellas de lo que fuimos.
Me enseñaste la gravedad del mundo, la gravedad de las vidas, pero qué importa ya, si la nieve cayó esta noche, y yo, en un sueño sin fronteras, atravieso la noche profunda, donde todo se disuelve, tras el terciopelo de la ausencia, como un suspiro que ya no puede ser nombrado.
La casa, la cama, el peso silente de tu memoria, se quedan allí, fijas, mientras yo sigo buscando algo que se deshizo con el alba y que nunca podrá ser vuelto a hallar.
P Sabag