¡Hoy te reto yo, amor!
Que hoy yo seré la muerte, y tú, la vida.
Extiende tu capote ante mi hocico
y que cubra el percal mi roja herida.
¡Mira este ruedo enorme!
Contempla el limpio albero
antes de que mi sangre se derrame
dibujando mi nombre por el suelo.
El cielo se estremece.
Palidece el azul sobre este ruedo.
Y la luna, tirita temerosa
detrás del burladero.
¡Que suenen los clarines!
¡Redoblen los tambores!
¡Que bailen los chulapos y manolas!
Que a ti te tiren flores.
Y a mí, me dejen con mi suerte a solas.