Y yo que divagaba silenciosamente entre callejones,
Acorralada por el temor a volver a sentir y la comodidad de esta burbuja que me inventé;
Te me apareces en frente como un relámpago, con ese abanico de sensaciones que jamás pensé experimentar
Y no me queda más remedio que percibirte radiante, profesar tu palabra y rendirme a tus pies;
Porque luego de tu llegada, no creo que haya otra posibilidad mas que la de entregarme a vos en cuerpo y alma,
Y amarte hasta el último de mis días;
Porque si no es de esta manera, me es imposible imaginar otra realidad en que habite con tanta calma esta piel
Que recorres y rezas, como si fuera el mismísimo génesis de tu existencia,
La flor de la vida, tu razón de ser…