Debería haber asesinado a todos los muertos
que siguen bailando en mi cabeza sin descansar.
Esta balada sangrienta terminará cuando yo mate
a cada alma que se niega a la muerte. Es el final.
Llevo amando un cuerpo devorado por los
gusanos; mis manos tocan el polvo de un deseo muerto.
La puerta a un nuevo laberinto ha sido abierta, y es momento
de entrar y tentar a cada demonio que rehúsa ver la luz al final.
Mi retrato yace marcado, donde mi rostro es un hueco que lleva
a mundos distópicos, provocados por el sufrimiento contenido.
Soy demasiado bueno para apuntar mi arma a mi cráneo,
pero tan débil para apuntarte y destruir este mundo creado.
Deber y poder son intenciones que dejan de brillar en la oscuridad,
donde mis manos ensangrentadas solo ven tu rostro pálido y moribundo.
Trato de respirar y levantarme del abismo; mi corazón sigue latiendo,
mi corazón sigue sintiendo amor, pero la oscuridad ha consumido mi pecho.
Si mañana es mi funeral, espero que nos entierren juntos, para no estar solos,
para que sientas mi corazón latiendo, a pesar de estar muerto y perdido en el infierno.