Sus ojos, fijos y penetrantes, miraban
con ternura la fuerza y la ferocidad;
Yo apenas, si sostener la mirada podía,
me restregaba los parpados
Mis subyugados pensamientos dentro
de mi dinamitada sensibilidad;
apenas se estimulaban mis decisiones, y
mi vida, a ella osaba someterse
Chu Hua era, no solo mi musa,
era mi corazón al descubierto;
Arraigaba por entre mis neuronas,
coexistía entre la niebla de los sentidos
Sentía su desmedido amor, latiendo
dentro de mis caudalosas venas,
por entre raudos caudales de poemas
que brotaban de mis pupilas
Su desnudo cuerpo desconfiguraba
la cadencia de mis fecundos versos,
la rima de mis alocadas estrofas
en atropelladas asonancias
Cada poro de mi piel recorrido
por su delicado aliento, y
transfigurado en escalofriantes
sensaciones de satisfacción
Aquel tálamo crujiente,
profanado y áspero,
suave y tierno hasta el alba,
testigo de una platónica obsesión
¡Aún persiste en el recuerdo, la platónica sensación de Chu Hua!