En el susurro del bosque olvidado,
donde el verde esconde el ayer,
la tierra respira, su canto sagrado,
un himno que empieza al amanecer.
Las raíces se abrazan bajo la calma,
tejiendo historias de un tiempo ancestral,
y el viento, guardián de la danza del alma,
despierta las hojas con su ritual.
Los ríos murmuran secretos dormidos,
la roca se tiñe de sol y de sed,
y el eco retumba en cielos vestidos
de un oro que el día comienza a tejer.
Oh, madre que entregas tu abrazo infinito,
hogar de lo bello, refugio y hogar,
en tus brazos mora lo dulce y lo escrito,
un mundo que nunca dejamos de amar.
Bajo tus estrellas, me rindo al latido
que vibra en tu pecho y me invita a soñar,
y encuentro en tus sombras mi propio sentido,
la chispa de vida que vuelve a brotar.