Clama la calma, clavada clamaba
en un poste de arbustos muslos.
Quiso colgar su canto corto
corriendo y corriendo de salto en salto.
Ah, cómo la calma clamaba clavada
de repente tirada tarareaba su coro
diciendo así:
Te clamo, te llamo cielo de enredos
te clamo, te llamo clavada.
Me riego y me caigo en el rudo corvo
en la bulla de la nieve seca.
Clama calmada la calma clavada,
con el silbato embarrado del pasto;
junto al silencio cruza la nube
y en el sendero que el sol deja
allí cada paso le pesa un sollozo.
¡Oh calma pesada, te pesa el pesar!
¡Hasta cuándo pasearas tu clamor!
¡Y hasta cuándo... ¡Oh y hasta cuándo...!