De su blanca tez…
la evidente imagen de pureza,
la sutileza en modo de caricia.
Ella, la de inmaculado perfil,
con mirada de indefinible tristeza,
de profundos ojos …
de iris negros como el ámbar.
Esa fue la impresión cuando la vi,
una indescifrable emoción…
al coincidir en aquel lugar…en el mismo silencio.
Su nostalgia y mi desolación…
mi hastío y su miedo a lo incierto,
nuestras dudas en concierto,
esquivándole a un posible encuentro,
tratando de justificar la decisión de seguir en soledad…
con la seguridad de no arriesgar…
y mantenerse a salvo de un posible enamoramiento.
Que difícil resulta volver a comenzar…
en otro espacio…con otra realidad,
en una nueva oportunidad…
lidiando con el dilema…de no saber qué vendrá.
Pero en sus ojos hay luz que invita a soñar.
Siento una atracción inusual…que me empuja a ser valiente,
hay un embrujo imposible de definir…
que me envuelve de seducción,
una sugestión imperceptible…
que me aproxima a su encanto.
Hay algo que me nutre…como vital sustento,
y me hace dependiente de su imponente presencia,
y me sostiene en la mesura de su sapiencia,
un imponderable que me excita de su exquisita apariencia.
Ella es como un todo que intriga a mi razón…
y le ha devuelto al corazón…una dosis de ilusión.
Ella es lo que esperaba…
tal vez la última opción…de redimirme del dolor,
y encontrar aquel bello amor…
que nos devuelva la esperanza.