Más andanzas,
de las anacondas…
que se arrastran…
en los campos de Barán…
¿A dónde irán a parar…?
Saliendo una vez más,
de un convento que me dio por guardar.
Un párroco me preguntó…
—¿A dónde vas?
—A la nada —le respondí.
—¡Jajajaja! —se burló—.
—¿Con tanto afán? —argumentó.
—No, con mucho fervor por ver, y poco sudor por tomar —sentencié.
—¿Cómo? —replicó.
—Hereje camuflado… —susurré.
Y me fui…
más después… llegué a un puente colgante…
Debo atravesarlo…
Creo tener vértigo…
Y… ¿¡Qué hora es!?
(Grito como desquiciado)
—No tengo hora —respondí.
—¿¡En qué dirección vas!? —rechisté.
—¡No tengo brújula! —respondí.
—Qué idiota… —murmuró.
—¡Qué! —exclamé.
—¡Zoo! —repitió.
—¡Rro tú! —los dos al mismo tiempo…
(Me dio nostalgia… esta jugarreta… me recordó a…)
—¡Deja de burlarte! —reclamé.
—¡No puedo! —redundó.
—¿Por qué? —pregunté…
“No busques un porqué,
que no hay…
Más me parece ridículo,
que no portes un reloj…
¿Cómo sabrás cuánto tiempo estás perdiendo…?
Sin una brújula, ¿cómo sabrás hacia dónde vas…?”
Mmmmmm… ¿Leíste Pinocho?
—¿Sí?
Pues en vez de un grillo… yo seré tu conciencia.
—¿Un cuervo…? No, ¡gracias!
Lo siento… ya rugí…
se posó en mi hombro,
y aunque su plumaje era áspero…
y suave su sentir…
supe que necesitaba
una compañía…
Es muy difícil andar solo…
sin quien acudir…
Y…
—¿Qué es eso?
—Un cuaderno… mi cuaderno…
—Qué feo cuaderno, el rojo no me gusta…
—A mí tampoco… pero se hace con lo que se puede…
—¿Qué escribes?
—Experiencias en poemas… creo…
—Carecen de rimas…
—Así es.
—Pocas metáforas…
—Así es.
—Muchaaaaa incoherencia…
—¡Jajaja…
Descansemos un rato,
que el viaje es muy largo…
Que falta poco… para…
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