JUSTO ALDÚ

UN LADRÓN EN EL AUTOBUS

Él subió al autobús en una parada repleta de gente, quedando de pie junto a Rosario. De pronto, ella sintió el frío del metal contra su sien y un escalofrío recorrió su cuerpo.

—Echen todo lo de valor en esta bolsa o la mato —gritó el hombre con voz áspera.

La mujer sintió que su esfínter se aflojaba.

El bolso pasó de mano en mano hasta regresar a él, cargado de pertenencias ajenas. Luego, el ladrón miró a Rosario y le dijo:

—Ahora te toca a ti.

Sintió húmeda su entrepierna, pero hizo acopio de valor; luego con manos temblorosas, mostró unas cuantas monedas y, con una tímida sonrisa, murmuró:

—Es todo lo que tengo y no podré regresar --musitó encogiendo sus cejas, pero dejando ver una enternecedora mirada.

Los ojos del ladrón se suavizaron por un instante. Tomó unas pocas monedas dejando otras, cerró las manos de Rosario con delicadeza y ordenó al chofer que abriera la portezuela. Acto seguido, se hundió en la multitud dejando a todos en silencio y perplejos. 

La noche se quebró ante aquel suceso.

 

JUSTO ALDU

Panameño

Derechos reservados  / enero 2025