Noche oscura en la lejanía
desde mi ventana nada brilla;
solo veo una luz amarilla
que titila en la casa sombría.
La brisa hacia mis adentros venía
secando mi sangre y entrañas;
envejece mi piel con gran saña
aviva las heridas que tenía.
Sonoro aullido en la altura,
del viento y del metal sólido,
el eco discurre con premura.
Un día tras otro siempre lo mismo,
la claridad imita a la sombra
en mi débil mente nada asombra.