Aunque esté muy lejos de ella jamás me olvida,
Pues en mi reflejo aparece siempre.
Sé que un día debo de dejarla pues así es la vida
, Pero jamás olvidarla pues salí de su vientre.
No seré el hijo perfecto pero soy su hijo.
Tampoco soy el más recto pero ella me ama.
Aunque a veces soy grosero, aun así me bendijo,
Pero siempre está primero, mi eterna dama.
Habrá muchas mujeres pero solo para mí existe una.
Aquella más bella que los atardeceres y las estrellas.
Tendrá imperfecciones, pero me cuido desde la cuna,
Me dejo miles de razones para ser como ella.
Seguramente yo no la merezco aunque ella piense lo contrario.
Aunque más y más crezco, ella jamás me ha dejado.
Ya no soy su niño aquél que le cantaba a diario,
Pero su cariño nunca me suelta ni me deja de lado.
Mientras más pasa el tiempo, más comprendo su amor,
Sea cual sea el momento, ella siempre me da su calor.
Mi madre hizo que conociera el amor eterno,
Con un simple hechizo llamado cariño materno.
Mi mamá me cuidó y algún día tendré que hacer lo mismo,
Todo lo que he hecho y todo lo que he conseguido,
Es gracias a su protagonismo.
Solo tendré una mamá,
Y sé que para que obtenga mis victorias ella por mi todo lo hará.
Tal vez estas palabras sobren y estén demás porque ella ya lo sabe,
Y todo el amor que le profeso en este poema sé que no cabe.