Un viento grande altera la tarde,
en la triste calle,
por donde pasea una caminante
en la soledad unánime...
Sin albergue,
algo que tampoco extraña a nadie,
es la heroína del paisaje,
con su cruz pesarosa que entristece...
Espero que no me mire,
pues nadie sabe lo que puede suceder,
pues su boca arde
de tanto desamor que puede ofrecer...
Su angustia se convierte,
en la sombra que alfombra lo que no florece,
junto a los automóviles,
algo más allá de la barra de los bares...