Te busqué,
no solo por anhelo,
sino por esa necesidad primitiva
de sentirme humano en tus brazos,
de encontrar calor en tu piel.
Te busqué,
y quizás insistí demasiado,
dejando mi deseo hablar más fuerte que mi razón.
Estábamos cerca, pero lejos,
en un lugar donde las paredes tenían ojos
y el aire se volvía incómodo,
pero mi necesidad nubló mi juicio.
No escuché tus silencios,
ni entendí tus razones,
solo escuché el grito de mi deseo,
ese impulso que a veces me domina
y me lleva a exigir
lo que quizá no debía pedir.
Tu enojo me golpeó como un viento frío,
porque no era solo un \"no\",
era un límite que no supe respetar,
un espacio que debía cuidar.
Ahora me pregunto,
¿qué es más fuerte en mí?
¿El amor que debería escuchar tu voz
o el instinto que me empuja a querer más?
Reflexiono en la distancia,
donde cada kilómetro parece un abismo,
y me doy cuenta de que amar
no siempre es tener,
que el deseo necesita paciencia,
y que insistir a veces es callar,
respirar y aprender.
Hoy te pido perdón en este espacio vacío,
porque sé que fui torpe con mis palabras,
que confundí el amor con necesidad,
y olvidé que en el amar también hay espera,
que en el respeto hay una forma de caricia
que va más allá del cuerpo.
JFAS 27-01-2025
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