La pasión es una fuente
que gran deseo germina
cuyo poder tan ardiente
nos domina.
Con esencias orientales
en sus redes nos apresa,
trayendo hechizos mortales
con flama que nunca cesa.
Su fulgor iridiscente
de exótica bailarina,
con su magia tan candente
nos domina.
Lo mismo que un huracán
con desmesurado viento,
sus fuerzas siempre tendrán
del deseo el gran aliento.
Con la lumbre incandescente
de una estrella matutina,
de sus brasas el torrente
nos domina.
Por eso siempre seremos
esclavos de sus desvíos
pues con ellos obtenemos
de ilusión eternos bríos.
¡Es ella cual sol naciente
que derrama luz divina
que de forma fehaciente
nos domina!
Autor: Aníbal Rodríguez.