Linda es mi tierrecita,
que con primorosos colores cautiva
al alma errante del viajero,
que la anhela y sueña con su regreso.
En las noches podrás recorrerla,
verla radiante bajo el estrellado cielo;
caminos empedrados y jubilosos
aguardan el otoño,
para vestirse de hojarasca,
teñida de ocres de antaño
y reflejos de cobalto.
Por sus campos podrás perderte,
entre brisas tan dulces como la caña,
que besa la eternidad con su mirada
Lugar donde el tiempo se detiene,
y en el aire flota el perfume del recuerdo,
el susurro eterno de la nostalgia.
¡Ay, qué lindo es mi pueblecito!
Cuna de grandes hombres,
cuna de mi alma,
cuna de mi raíz.