El maestro ese día hablo con voz desconcertante, yo miraba a ti, miraba atentamente los reflejos en tu rostro. No era por ver al profesor, mi excusa era prestarte toda mi atención.
No recuerdo lo que explicaba el maestro, con tu destellante sonrisa, es difícil entenderlo. Estuve atento a cada gesto, mirada y expresión, atento para no olvidar tu rostro cuando me sobrevenga el amor.
Trate de no apartar mi vista, porque si lo hacía, podría recordar cuando intenté estar contigo, y aún lo intento, Pero mi amor no es suficiente, ahora que nuestro amor ya fue escrito. Entonces mi nuevo arte es extrañarte, y aunque ya no estés conmigo, trato de nunca parar de pensarte, tal vez para saber qué intenta mostrarme el maestro, o tal vez para nunca olvidarte.