Hay palabras que son océanos.
Unas lo atraviesan, y cuando
Besan orilla parece que regresan.
Otras, aunque nadan, nunca
Hallan la muerte.
De todas somos la siembra
Que descasa nuestros cuerpos
Inundado de gaviotas.
Perenne no es la dicha de la ola,
Y como ola mantenemos el sueño
Por si en el sueño el viento sopla
Tempestad y vamos a coger
Mañanas.
Solo somos eso, y somos mucho:
Pedazos que navegan islas
Sin palmeras que den sintaxis,
Pero desaparecemos en el faro
Y volvemos a ser palabra
En la charca de un vestido
Interminable.